jueves, 14 de enero de 2010

CUBA Y LOS CONTROLES

Lo que a algunas personas fuera de Cuba les pudiera parecer un sistema social estructurado, amplio y plural, es realmente una minuciosa y excesiva maquinaria de control. Cada persona tiene un expediente donde anotan todas las incidencias de su trayectoria estudiantil, laboral y social. De esos controles están conscientes todos y cada uno de los residentes en esta isla.
De ahí el miedo, ese pánico silencioso que acompaña a cada cubano desde que tiene uso de razón. Hay que cuidarse de expresar y opinar sobre el sistema. Si informan de que eres opositor, tu existencia se puede transformar de la noche a la mañana. Puedes perder la carrera con la que tanto soñaste y tu puesto de trabajo, entre otros “castigos”. Lo más triste es que, en la mayoría de los casos, la familia es la que paga las consecuencias. Una manera sutil y solapada de reprimir, pero represión al fin y al cabo
Cuando por primera vez aparece tu nombre en una lista, especialistas del Departamento de Seguridad del Estado inmediatamente abren un dossier. Entonces empiezan a diseccionarte e investigarte como si fueras un ratón o un conejo de laboratorio.
Al principio logran volverte paranoico. Pero poco a poco te habitúas a ese infernal mecanismo de vigilancia prácticamente las 24 horas del día, te siguen, escuchan y graban conversaciones, tiran fotos, graban videos…
Entonces es que uno se da cuenta de que Cuba es el país de los absurdos. Es pretencioso, pero se debe llamar la atención sobre las vidas frustradas, los sueños imposibles y deseos reprimidos de los que han nacido en Cuba. Pero en Cuba hay miles de historias que merecen ser contadas. Voces silenciadas por la imagen de un gobierno que oculta la verdad, para no reconocer que el sistema político, económico y social impuesto a sus ciudadanos por más de cincuenta años, es un completo fracaso.
Por ejemplo, un dominicano de San Pedro de Macorix quiere mudarse para Santo Domingo y que hace? Pues empaca sus maletas y se va para la Capital. En Cuba, un cubano hace eso mismo de mudarse del interior a La Habana y la ley lo declara ilegal, y como tal, debe ser detenido, juzgado, multado y deportado a su lugar de residencia.
Así lo ordena el Decreto-Ley 217 de 22 de abril de 1997, que establece “Regulaciones Migratorias Internas para la Ciudad de La Habana”. Dicha disposición prohíbe a los cubanos, provenientes de otros territorios del país, residir, domiciliarse o convivir con carácter permanente en la capital sin autorización. Esto haya la contradicción mayor en la Constitución de la República de Cuba, que en su artículo 43, reconoce que los cubanos pueden “domiciliarse en cualquier zona o sector”.
Otra contradicción es la Declaración Universal de Derechos Humanos establece que “Toda persona tiene derecho a circular libremente y a elegir su residencia en el territorio de un Estado”. El gobierno cubano dice que defiende los derechos humanos. Pero prohíbe y sanciona a los ciudadanos que osan ejercer sus derechos.
Cuba es un gobierno que hipócritamente critica a la Unión Europea y a los Estados Unidos, por tomar medidas para controlar el flujo migratorio proveniente de otras naciones. Sin embargo, castiga con multas y deportación, a un cubano que permanezca en la capital sin su permiso.

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