miércoles, 19 de mayo de 2010

Aquel 20 de mayo del 1902...


El martes 20 de mayo de 1902 amanecio soleado, humedo y caliente. A las doce horas del día, se llevo a cabo en el Salón de las Recepciones del Palacio de los Capitanes Generales, el mismo que fuera anteriormente el Salón del Trono. Enfrente, en La Plaza de Armas formaban cinco compañías de militares norteamericanos y tres de cubanos, estos últimos bajo el mando de José Francisco Martí y Zayas Bazán, el hijo de Martí. Esta era la ceremonia oficial y protocolar. El General Leonard Wood, gobernador militar de la Isla y en representación de los Estados Unidos, leyó dos documentos: uno firmado por Theodore Roosevelt, presidente de la Unión, y otro suscrito por él, con el carácter expresado.
Dichos documentos estaban dirigidos al Presidente y al Congreso de la República de Cuba. El de Roosevelt expresó sus votos por el buen éxito del nuevo gobierno y por el mantenimiento de la amistad entre los Estados Unidos y Cuba. El de Wood entro en consideraciones acerca de la administración que cesaba y declaro terminados la ocupación y el gobierno de la Isla por la Unión. Estrada Palma leyó una corta exposición, dirigida a Wood, por la cual se dio por enterado oficialmente de lo dicho por Roosevelt y Wood y admitió que Isla de Pinos, como acababa de manifestar el Gobernador, quedaba bajo la jurisdicción de Cuba, a reserva de lo que sobre su situación jurídica definitiva acordasen los gobiernos de Washington y La Habana.
Los fotógrafos de prensa cubanos y de otros países captaron miles de imágenes de aquellos momentos, entre ellas una que el fotógrafo José Gómez de la Carrera le hizo al General Máximo Gómez izando la bandera cubana teniendo a su lado al General Leonardo Wood. La prensa cubana recordaria que “breves instantes después de las doce del día comenzó una salva de 21 cañonazos disparados por la batería situada frente al Templete, se oían los acordes de los himnos Americano y el de Bayamo y la multitud que colmaba parte de la Plaza de Armas y las calles y las aceras inmediatas prorrumpía en vítores y exclamaciones. Después de concluir la ceremonia oficial, Gómez y Wood subieron a la azotea para bajar del asta del Palacio la bandera cubana de gala que se había izado durante la ceremonia y obsequiarla como recuerdo al gobierno de los Estados Unidos, colocando otra en su lugar.
Durante este cambio de banderas, toma posesión del cargo de Presidente Don Tomás Estrada Palma, siendo el primer presidente de la República de Cuba. Aunque en realidad, el título de primer presidente de Cuba le corresponde a Carlos Manuel de Céspedes que fue el primer presidente del pueblo de Cuba en Armas. El propio Estrada Palma, que inauguró la República libre, había sido también presidente de Cuba en Armas. Minutos después el Presidente de la República, requerido por el del Tribunal Supremo de justicia, prometió por su honor desempeñar fielmente su cargo, cumpliendo y haciendo cumplir la constitución y las leyes del país.
Estos actos, en los que no podía faltar una honda emoción, estuvieron acompañados del entusiasmo delirante de las muchedumbres que en distintos lugares de la capital de la Isla participaban de la alegría de un hecho glorioso. Las mujeres y los hombres que presenciaron la mudanza de pabellones aplaudieron y lloraron: sus vítores y lágrimas resumían los anhelos y sacrificios de varias generaciones de patriotas, de los que unos habían perecido en la demanda heroica y otros eran actores y testigos del grande acontecimiento que a todos conmovía.
Pero la ceremonia popular, llevada a cabo en los mismos momentos que la primera y que culminó en explosión de júbilo popular, fue la efectuada en La Fortaleza de los Tres Reyes del Morro. En la misma la ceremonia comenzó cuando el teniente Edward Stuart anunció, desde la farola, que ya se había izado la bandera cubana en el palacio. Stuart y dos soldados estadounidenses arriaron su enseña.
El general Emilio Núñez, gobernador de La Habana y Narciso Valdés Mir, el vigía de la fortaleza, amarraron la bandera cubana a las cuerdas para iniciar el izaje, pero el protocolo se rompió cuando los oficiales del Ejército Libertador y otros muchos espectadores se abalanzaron a las sogas, en gesto de fervor patriótico.
Risas, gritos, llantos, cantos, abrazos con el más cercano, saltos en el lugar, muchos rezaban arrodillados en gesto de devoción, caracterizaron esos minutos en que los cubanos vieron izar la bandera en El Morro de La Habana, mientras se oían el Himno de Bayamo, 21 cañonazos, el repicar de campanas en todas las iglesias, y el ulular de las sirenas de los barcos surtos en puertos. La escena se repetía a todo lo largo y ancho del país donde los festejos concluyeron muy cerca del amanecer del día 21.
El hecho de que en los edificios públicos ondease la bandera de la estrella solitaria simbolizaba mucho más que, una transmisión de poderes: simbolizaba el advenimiento de Cuba a la soberanía internacional. Ya la Isla, desde el 20 de mayo de 1902, formaba parte del concierto de las naciones libres e independientes. Lo que esto llevaba costado llenaba las mejores páginas de la historia patria.
A este primer gobierno le correspondería la tarea de formalizar los vínculos con los Estados Unidos. A tal efecto, se firmaron el Tratado de Reciprocidad Comercial de 1902, mediante el cual productos cubanos serian beneficiados a su entrada en Unidos con rebajas arancelarias del 20% mientras que productos estadounidenses serian beneficiados a su entrada en Cuba con rebajas arancelarias del 20 al 40% y también el Tratado de arrendamiento de estaciones navales y carboneras en virtud del artículo 7 de la Enmienda Platt que concedía a Estados Unidos el derecho de arrendar tierras para crear bases en Bahía Honda y Guantánamo.

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